
Con motivo del galardón del Premio Princesa de Asturias de las Artes 2024, la profesora Isabel Pascual, ha dedicado unas palabras a este famosos cantautor
El reconocido cantautor Joan Manuel Serrat recibió el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2024 el pasado 24 de abril. Este galardón, entregados por la Princesa de Asturias, honran la labor científica, técnica, cultural, social y humana realizada por personas, instituciones, grupos de personas o de instituciones en el ámbito nacional e internacional. Joan Manuel Serrat, continúa su carrera multipremiada aún lejos de los escenarios que emocionó desde la década de los sesenta.
Serrat, natural del Poble Sec de Barcelona, tiene raíces familiares por parte de madre en Aragón. Esta conexión familiar ha sido una fuente constante de inspiración y afecto para el artista, quien ha manifestado en numerosas ocasiones su cariño y admiración por la tierra de sus ancestros.
Además del galardón nacional, la también aragonesa Isabel Pascual, profesora del Dpto de Lengua y Literatura, le rinde homenaje con este texto a continuación.
A JOAN MANUEL
Hay calles y avenidas con su nombre, incluso una placa identifica la casa donde vivió en el
barrio barcelonés del Poble Sec. Por fin y por fortuna, el próximo octubre recibe el
prestigioso Princesa de Asturias de las Artes 2024. Estoy convencida de que otras personas son
igualmente dignas merecedoras de semejante galardón, pero no es menos cierto que sus
méritos son extraordinarios: Joan Manuel nos ha regalado arte, poesía y música durante más
de cincuenta años.
Tendría yo quince cuando cayó en mis manos su disco (de negro vinilo) dedicado a Antonio
Machado y todavía atesoro un luminoso recuerdo de aquellas melodías que escuchaba una y
otra vez mientras, sin darme cuenta, despertaba a la vida. A lo largo de los años las he
retomado en numerosas ocasiones y siempre con emoción, pues me llevan en volandas hasta
la adolescente que fui.
No nombraré las innumerables canciones con las que ha sabido trazar, como ningún otro
poeta, la secuencia de nuestros días: muchas de ellas ya se han convertido en himnos para
todos. Ahora bien, en un rincón del alma guardo una canción pequeñita e inadvertida en
medio de grandes temas, pero llena de fragilidad y de ternura. Sus últimos versos me siguen
llamando para recordarme amores que pasaron fugaces, sí, como estrellas resplandecientes,
mas nunca olvidados: “Dondequiera que estés / te gustaría saber / que te pude olvidar y no he
querido / y por fría que sea mi noche triste / no echo al fuego ni uno solo /de los besos que me
diste”. ¿Cabe más belleza y sentimiento? Joan Manuel, dondequiera que estés, te gustaría
saber que yo tampoco echo al fuego ni uno solo de los versos que me diste.
Gracias por tanto,