Isabel Pascual, profesora de Lengua, nos deleita con otro de sus textos publicado en los medios, este se denomina «El viaje»
Cuanto más lejano de nuestro lugar de origen, equis, y si el destino es exótico, doble equis.
Parece que estamos rellenando una cartilla de Gallina Blanca de las de antes, en la que se
pegaban los sellos con la enorme ilusión de ganar el premio final. Aún conservo una joya, un
álbum de cromos llamado Vida y color, herencia sentimental de mis hermanos que atesoraban
las estampas con mimo infantil. Aquellos fueron años de álbumes coleccionables, estos lo son
de acopio de viajes.
Tan pronto como vislumbramos un resquicio de ocio, las ganas de salir de viaje nos arrebatan.
Es más, solo en el hecho de verbalizar que nos vamos a… encontramos un placer inefable. Qué
mordaz es el deseo. Y tanto nos gusta vagar por el mundo, dejar nuestra huella impresa allí
donde pisamos, que los gobiernos de numerosos países se ven obligados a poner tasas, véanse
como impuestos culturales que minimicen el impacto del turismo de masas, en otras palabras,
la degradación medioambiental que causamos. Sucede en Venecia o Ámsterdam o París. Y
también en Mallorca o Barcelona o Madrid.
Y no satisfechos con ir completando la cartilla de forma compulsiva vacación tras vacación,
corremos a sacralizar el momento feliz con la foto correspondiente, aquí y ahora, para
trasladárselo de inmediato a amigos y a conocidos y, lo más extraordinario, a ¿desconocidos?
¿Para qué? Viajero: detente un instante, aparca para más tarde la foto, silencia el móvil y
saborea con todos tus sentidos lo que oyes y lo que ves, pues eso mismo no lo volverás a oír ni
a ver de igual manera. Quizás, reflexiona, deberías admitir que en una foto no caben
sensaciones ni emociones, solo formas y colores que el recuerdo arrinconará finalmente en
galería. Claro, cierto es, si no muestras cuánto disfrutas, dónde y con quién, si no lo compartes
con ¿el resto del mundo?, tu felicidad no tendrá entidad, no existirá, pues esa instantánea se
convertirá en algo íntimo, solo tuyo, mientras estás suspirando por recibir likes de los demás:
la engañosa reafirmación de que gustas.
“Pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias”, escribió el sabio
poeta alejandrino no hace tanto, cuando lo real y lo valioso era vivir el viaje.
Por Isabel Pascual