Por AMPARO GARCÍA DUEÑAS DIRECTORA DE MONTESSORI KIDS, Y GUÍA MONTESSORI AMI DE 3 A 6 AÑOS. Publicado en Montessori News. Junio 2022

Hablando de los métodos de enseñanza utilizados en las Casas de Bambini, en el capítulo 3 de El descubrimiento del niño (anteriormente conocido como el Método Montessori), uno de los últimos libros publicados por la editorial Montessori-Pierson Publishing Company, María Montessori plantea uno de los temas más apasionantes y también más difíciles en la práctica del día a día docente. Se refiere al tema de la disciplina y libertad. (1) Muchos años después, durante la Segunda Guerra Mundial, estando en la India volvió a esta importante cuestión de la Educación Montessoriana, en el capítulo 25 de su libro La mente absorbente del niño, (2) relacionándola con “los tres grados de obediencia”. Y también en la India, en los libros Educar para un nuevo mundo (3) y Formación del hombre. (4)

La disciplina activa
Ciertamente –dice María Montessori- en nuestro sistema tenemos una concepción diferente de la disciplina; consideramos la disciplina como un estado activo de las cosas. No consideramos que se haya logrado la disciplina cuando un individuo ha sido entregado por medios artificiales tan silencioso como un mudo y tan inmóvil como un paralítico.

Tal individuo es aniquilado, no es disciplinado. Afirmamos que un individuo es disciplinado cuando es dueño de sí mismo, y por lo tanto es capaz de controlarse a sí mismo cuando es necesario para cumplir con una ley de vida. Esta idea de disciplina activa no es fácil de entender ni de obtener, pero ciertamente encarna un noble principio educativo; es muy diferente de la compulsión absoluta e indiscutible que
produce inmovilidad. La maestra debe estar equipada con una técnica especial para guiar al niño por este camino de disciplina en el que debe caminar a lo largo de la vida, avanzando continuamente hacia la perfección. Así, mientras el niño aprende a moverse con facilidad y seguridad, se prepara no solo para la escuela, sino también para la vida, de modo que se convierte en un individuo habitualmente correcto en su comportamiento en la vida cotidiana. Se acostumbra a una forma de disciplina que no se limita al ambiente escolar, sino que se extiende hacia el exterior en la sociedad.


La libertad del niño debe tener como límite el interés colectivo de la comunidad en la que se mueve; su forma se expresa en lo que llamamos modales y buena conducta. Por lo tanto, es nuestro deber evitar que el niño haga algo que pueda ofender o herir a los demás, y controlar el comportamiento impropio o descortés. (5) Pero en lo que respecta a todo lo demás, toda acción que tenga una finalidad útil, sea
cual fuere y en la forma que se manifieste, no sólo debería permitirse, sino que debería mantenerse bajo observación; ese es el punto esencial. Por medio de la preparación científica, la maestra no sólo debe estar equipada con poderes de observación, sino que debe adquirir un interés en la observación de los fenómenos naturales.


La libertad y el orden
La libertad se entiende de un modo primitivo, como una inmediata adquisición de una independencia de lazos represivos: como una suspensión de los correctivos, y de sujeciones a la voluntad del adulto. Evidentemente este concepto es negativo, es decir sólo significa eliminación de coacciones. Muchas veces sólo se deriva una simple «reacción” un desencadenamiento desordenado de impulsos incontrolables porque antes sólo eran controlados por la voluntad del adulto. Dejar hacer lo que quiera al niño que no ha desarrollado la voluntad» es traicionar el sentido de la libertad. Entonces surgen niños desordenados, porque antes el adulto imponía el orden a su voluntad, niños ociosos, porque los adultos les imponían el trabajo, niños desobedientes, porque la obediencia era una necesidad forzada. (6) En cambio, la libertad es una consecuencia del desarrollo; es el desarrollo de guías latentes, ayudado por la educación. El desarrollo es activo, es construcción de la personalidad alcanzada a través del esfuerzo y de la propia experiencia; es el largo trabajo que debe cumplir cada niño para desarrollarse a sí mismo. Todo el mundo puede guiar y reprimir a una persona débil y sumisa, pero nadie puede «desarrollar» a otra persona. El «desarrollo» no puede enseñarse. Si se entiende la libertad como el dejar moverse a los niños como quieran, usando o, sea como fuere, usando mal los objetos que les rodean, es evidente que al mismo tiempo «se deja libre el desarrollo de las desviaciones», y se agravan las condiciones anormales de los niños.


Creo, como conclusión que conviene tener en cuenta que la libertad, la obediencia y la responsabilidad son valores fundamentales que el niño va adquiriendo en la vida, paulatinamente. En este sentido me parece que es un verdadero privilegio poder seguir el desarrollo del niño en nuestro trabajo.

(1) MONTESSORI, María, El descubrimiento del niño (anteriormente conocido como el Método Montessori), Montessori-Pierson Publishing Company, 2021: 55-61.
(2) MONTESSORI, María, La mente absorbente del niño, Montessori-Pierson Publishing Company, 2014: 187-188.
(3) MONTESSORI, María, Educar para un nuevo mundo, Ámsterdam, Montessori-Pierson Publishing Company, 2014: 70-71.
(4) MONTESSORI, María, Formación del hombre, Ámsterdam, Montessori Pierson-Publishing Company, 2013: 51- 52.
(5) MONTESSORI, María, El descubrimiento del niño…, 55.
(6) MONTESSORI, María, La mente absorbente del niño, 2014, Montessori-Pierson Publishing Company, 187 y 188.