Por Isabel Pascual, docente en ESO

El alumno de 4º ESO B de nuestro Colegio, Mario Miguel del Río, ha ganado el 1er Premio del  VI Concurso de Relatos Navideños de la Junta Municipal Centro de Zaragoza en la categoría C (2º, 3º y 4º ESO). Este galardón es un justo reconocimiento al talento narrador de Mario: sorprende que un niño de tan temprana edad muestre tal altura literaria. Enhorabuena, Mario. En el acto de entrega del Premio estuvo muy bien acompañado por sus padres, Pilar y José Ignacio, sus orgullosos abuelos y un ramillete de buenos amigos. En representación del Colegio acudió, encantada, su Profesora de Lengua y Literatura. Premios como este deben ser un estímulo para participar: a veces, incluso, se gana. 

Lee la historia ganadora del certamen a continuación:

CUENTO DE NAVIDAD

¿Nunca te he contado cómo una vez los malos pensamientos y los sentimientos egoístas estuvieron a punto de desaparecer?

Noah negó con la cabeza. Miraba a su padre desde el borde de la colcha, tapado hasta la punta de la nariz. Ese día había sido uno de los peores desde que se habían mudado a la nueva casa, y al nuevo colegio… Los acontecimientos de ese día pesaban sobre su memoria, obligando al pequeño chico a contener las lágrimas. Al menos tenía a su padre, que le acompañaba y le daba todo su cariño. Y, además, era Navidad, la época de la magia. Si no fuera por eso, Noah ya se habría derrumbado, ya fuera por la tristeza, la impotencia o el cansancio que hacían que se le cerraran los ojos.

Pues así fue, ocurrió en unas Navidades, hace no tanto tiempo… 

La media sonrisa que apareció entre las comisuras de la boca de su padre fue uno de los mejores regalos para Noah. No sonreía ni se reía mucho desde hacía un tiempo. Desde la muerte de su madre para ser exactos, hacía ya casi un año. Juntos se habían apoyado, padre e hijo, para poder superar cada obstáculo que se interponía entre ellos y la ansiada felicidad. Ver los ojos vacíos de su padre llenarse de esperanza era lo único que Noah necesitaba para no derrumbarse, y que los problemas que tuviera en el colegio quedaran en segundo o incluso tercer plano.

¡Cuéntamelo! – dijo Noah.

“Hace unos años, para estas fechas, los espíritus de la Navidad fueron convocados a una importante reunión. Acudieron absolutamente todos. Desde la felicidad hasta la sinceridad, pasando por la ilusión y la magia.”

  • Pero eso son solo sentimientos – interrumpió Noah sin entender a lo que se refería su padre.
  • ¿En qué crees que se basa la Navidad, hijo? – Noah no pudo más que asentir, pues su padre había dado en el clavo.

“Pero la reunión no fue como todos los años. Los últimos meses los malos sentimientos y comportamientos habían aflorado por toda la sociedad y la preocupación era notable entre los espíritus de la Navidad. Quién sabe por qué o cómo el veredicto de esa reunión fue acabar con todo mal pensamiento. Los espíritus se encargaron de realizar una lista con todos a los que darían caza: egoísmo, venganza, ira desmesurada, maldad… 

Y ahí comenzó todo. Cada sentimiento fue responsable de capturar a su antagonista. La solidaridad dio caza a la avaricia, la sinceridad a la mentira, el perdón a la venganza… y así uno tras otro los sentimientos oscuros fueron cayendo.

Faltaban dos días para Nochebuena y, reunidos en el palacio de Luz, los Felices (es decir, los buenos sentimientos) debatían el destino de los Oscuros (véase, los malos pensamientos).”

Pero tengo una pregunta papá, ¿si los Felices, que eran buenos, estaban cazando a los Oscuros, no les convertía eso en malos? – dijo Noah al tiempo que el asombro por su picaresca se reflejaba en los ojos de su padre.

Cariño, no debes ver el mundo en blanco y negro, bien y mal. Debes ver todas las tonalidades de grises posibles. Todos hacen lo que creen que está bien. Para los Oscuros los malos son los Felices.

Está bien. – concluyó Noah, haciendo un gesto para que su padre continuara.

“Los Felices no se ponían de acuerdo, pero fue la Esperanza quien dio la solución al problema. Traigamos a tres humanos, dos devotos de los espíritus de la bondad y un afín a los de la maldad, que ellos decidan. La idea fue acogida con éxito. Y ahí entramos en escena tu madre y yo.”

Los ojos como platos de Noah hicieron que su padre soltara una grave carcajada. Pero su hijo siguió igual de quieto y pasmado.

¿Tú y mamá ayudasteis a los espíritus de la bondad? ¿Los conocisteis? ¿Todo esto que me estás contando es de verdad, no es un cuento sin más? – el bombardeo de preguntas fue recibido por una sonrisa del padre, una que escondía algo detrás.

¿Quién ha dicho que estuviéramos a favor de los Felices? 

La exclamación de Noah fue apagada por la mano del padre:

Ten paciencia.

“Los espíritus de la Navidad llevaron al Palacio de Luz a dos mujeres y un hombre. Nada más entrar al palacio una de las mujeres fue corriendo para intentar liberar al espíritu oscuro más cercano. Los otros dos humanos la detuvieron y juntos los tres se sentaron en las sillas que tenían asignadas en el centro de la asamblea. La Esperanza, como promotora de la idea, se encargó de explicarles por qué estaban allí y cuál era su cometido. Entonces… ¿tenemos que decidir qué hacemos con los espíritus oscuros? ¿pero, por qué nosotros? – preguntó la mujer de los Felices. ¿Y por qué iba yo a apoyar un castigo a emociones que apoyo? – añadió la otra mujer. Los espíritus no contestaron y salieron de la sala de asambleas dejando a los tres humanos solos. Nada más cerrarse la puerta, con el eco aún resonando por las paredes, los tres humanos sintieron un nudo en el estómago. El aire se endulzó y delante de ellos apareció… el Amor. Cada uno de nosotros lo veíamos de una forma distinta. Según me enteré más tarde, la chica de los Oscuros lo veía como un peluche, y la de los Felices como un corazón de algodón.”

¡Qué guay! – exclamó el pequeño. – ¿y tú, cómo lo veías?

Yo simplemente veía una luz dorada que cambiaba de formas.

Interesante, siento preguntar tanto. – dijo Noah a lo que su padre asintió para que preguntara. – Pero, ¿el amor no es uno de los Felices?

El amor es un sentimiento mucho más primitivo. No es algo que puedas controlar o elegir sentir, viene y va a su antojo, es caprichoso y cruel; por eso no es ni de los Oscuros ni de los Felices. Es un sentimiento primigenio que va por libre. – Noah asintió dejando vía libre a su padre.

“Tras recobrarnos de la aparición, el Amor habló. Cuánto de lo mío veo yo aquí. Tres humanos solos en una sala, es cuestión de tiempo que salten chispas de todo tipo. Al ver las caras de desconcierto supongo que se dejó de rodeos y fue al grano. Veamos, sé que no os llevaréis bien por vuestras ideologías, pero tenéis que colaborar. ¿Cómo creéis que será el mundo sin sentimientos oscuros? “Mejor” pensaron dos de los humanos. Estaréis pensando que mejor, pero no habéis reparado en que la balanza se verá desequilibrada totalmente. Nada es bueno en exceso y vosotros los humanos lo sabéis de sobra. El silencio en la sala fue todo lo que necesitaba el Amor para saber que sus palabras habían sido escuchadas y sin más volvió a desaparecer, dejando la sala tan silenciosa como antes de su llegada. Los tres jóvenes se miraron, pero no tuvieron tiempo de mucho más pues de repente no podían moverse. El tiempo se había ralentizado. Y ante sus ojos apareció Tiempo. Como con el Amor, cada uno de ellos lo vio de una forma distinta. Un despertador, un reloj de pulsera, un reloj de bolsillo. Pero había una cosa que los humanos no sabían. Tiempo, que no era un sentimiento, era algo así como el vigilante supremo de los sentimientos. Les habló de lo mismo que el Amor, pero añadió algo más. Solo el tiempo os hará ver si vuestras decisiones fueron las correctas. 

Tres horas después los Felices abrieron las puertas y entraron a la Asamblea junto con los Oscuros (que, como es lógico, estaban atados). Pero, cuando preguntaron cuál era la decisión final de los humanos, la respuesta no fue la que esperaban. Los tres humanos trabajaron al unísono para convencerles de que soltaran a los Oscuros, pues los tres habían aprendido a ver todos los ángulos del problema. Al final los Oscuros fueron soltados y los humanos devueltos a sus casas. Pero hubo dos de ellos, concretamente el hombre de los felices y la mujer de los Oscuros, que no podían olvidar la cara del otro. Y tras buscarse por todo el planeta, consiguieron estar juntos. Y siguieron juntos por siempre.”

¡Alá! ¡Qué pasada! – exclamó Noah. – ¿pero, cuál es la moraleja de este cuento? ¿a qué quieres llegar?

Verás, sé que hay veces que las personas están sometidas a malos sentimientos pero no siempre, por lo que tienes que aprovechar los mejores momentos y ver lo bueno de cada uno. Sé que a veces es difícil… pero si yo no hubiera visto lo bueno de tu madre, tú ahora no estarías aquí conmigo. – su padre le acarició la frente y le regaló la sonrisa más cálida que Noah había visto desde hacía casi ya un año. – Disfruta y acuérdate de lo que te voy a decir, los buenos sentimientos seguirán existiendo si tú los avivas y los transmites. Te quiero, Noah.

Y yo, papá. – dijo el pequeño mientras se fundían en un abrazo padre e hijo.

Mario Miguel del Río · Alumno 4to. ESO B Colegio Montessori